CHOQUEQUIRAO

Los impresionantes muros de piedra que la resguardan, los mantos de verdor desplegados en sus fabulosos andenes y ese ambiente cargado de energía, proveniente tal vez de lejanas ceremonias de invocación al Sol, son algunos de los peculiares matices de Choquequirao, el otro Machu Picchu.

Espectacular y distante, solitaria y olvidada, Choquequirao (3,085 m.s.n.m.) se erige en la cima de una montaña casi inexpugnable de la provincia de La Convención, departamento del Cusco, razón que la convirtió -por más de 40 años- en el último bastión de resistencia de los hijos del Sol, quienes buscaron refugio en sus muros de piedra, tras la derrota de Manco Inca, el inca rebelde

Por sus palacios y templos de dos niveles, sus sistemas de fuentes, canales y acueductos y su admirable andenería "tapizada" de profusa vegetación, la maravillosa Choquequirao fue construida, presumiblemente, durante el gobierno del inca Pachacutec (siglo XV), y es sólo comparable con Machu Picchu, el monumento arqueológico más visitado del Perú.

Choquequirao está dividida en nueve zonas y sus construcciones de piedra se agrupan en pequeños barrios. Alrededor de su plaza principal se encuentra el mayor de sus templos y las viviendas de los gobernantes. Los investigadores sostienen que el complejo habría sido un importante centro religioso, político y económico, además de un nexo comercial y cultural entre la costa, la sierra y la selva.
Pero la verdadera magnificencia de Choquequirao (del quechua chuqui kZiraw, cuna de oro), aún está por revelarse. Sólo el 30 por ciento de las 1,810 hectáreas del complejo, han sido "rescatadas" de las matas de vegetación que durante años -por no decir siglos- cubrieron esta auténtica joya incaica.

La particular historia de Choquequirao, último reducto inca, está marcada por "redescubrimientos" y posteriores olvidos. El historiador Cosme Bueno, en 1768, fue el primero en anunciar su existencia. Los franceses Eugen de Santiges y Leónce Angrand, hicieron lo mismo en el siglo XIX. En 1911, Hiram Binghan -quien descubrió Machu Picchu ese mismo año- constató la importancia de las construcciones.

El valor arqueológico e histórico de Choquequirao, la "Cuna de Oro" de los Incas, se complementa con la belleza de su entorno, que presenta características geográficas y de biodiversidad propias de la ceja de selva, lo que constituye un atractivo adicional para los visitantes, quienes pueden observar desde el majestuoso vuelo del cóndor hasta el pesado andar de un oso de anteojos.

Llegar a Choquequirao es una aventura exigente que se inicia con un viaje terrestre desde Cusco hacia el pueblo de Cachora (Apurímac), donde nace un zigzagueante camino de 30 kilómetros que termina en la histórica construcción. La travesía hasta Choquequirao - desde Cachora, 60 kilómetros ida y vuelta- dura cuatro días de interminable andar, que puede ser intercalado con tramos montados a caballo o mula.

En las largas horas de caminata o cabalgata, se descubren gigantescas montañas, precipicios aterradores, espléndidos nevados y la rugiente espectacularidad del cañón del río Apurímac, uno de los más profundos del mundo. Pero eso no es todo, la vegetación y la riqueza ecológica del lugar terminan por seducir al viajero. Vale la pena el esfuerzo. El cansancio cede ante la magnificencia de Choquequirao.

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